martes, 7 de diciembre de 2010

La laguna de Valleseco

El otoño es una estación olvidada. Nadie habla de ella. Es un tránsito, el paso hacia el invierno. Incluso parece a veces que quisieran quitarla del circuito. Es la hermana pobre de las estaciones. Pero a mí me gusta. Siempre he sido un poco defensor de las minorías y el otoño se encuentra entre ellas. A la primavera la esperan todos, la celebran. Es la estación del color, de las flores, es el dejar atrás el crudo invierno, es la esperanza y el renacimiento, todo junto. A veces, algo presuntuosa, parece que se diera aires de grandeza delante de las otras, como una diosa. El verano es calor, vacaciones, sol, playa, cuerpos desnudos o semidesnudos, lascivia, fiesta,... El invierno es frío, nieve, navidades, regalos, comidas familiares, esquí, montaña... ¿Pero el otoño?. El otoño no tiene adeptos, y los que lo son, parecen raros a los ojos de los demás. Es frío sin serlo, viento, tormentas, es cuando se cambia la hora y se hace de noche pronto... un fastidio. Pero para mí, el otoño es transparencia. Luz, nubes que dibujan el cielo, reflejos.

2 comentarios:

  1. Coincido contigo en que el otoño es una estación un tanto olvidada, pero donde yo vivo te doy fe de que se hace notar sobremanera. Todo cambia de color, las tonalidades de los árboles son múltiples y a mí, particularmente, me encanta porque me envuelvo en mí misma y valoro lo que hemos dejado detrás: el bullicio del verano y, por fin, tranquilidad.

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  2. Hacía tiempo que había dejado de lado este cuaderno. Soy de los que gusta de los comienzos, y le cuesta algo más la constancia. A veces se me olvidan mis escritos en los cajones y luego, cuando ya ha pasado suficiente tiempo como para sorprenderme, me los encuentro nuevamente y los releo. Con cierta perspectiva. Que suerte vivir donde el otoño existe. Como dices: la tranquilidad.

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