
Aún quedan lugares hermosos, como este de Lomo Magullo, en Telde. Lugares donde la tierra forma parte de sus gentes y ellos la cuidan, la riegan, la siembran y la abonan. Cada casa tiene sus macetas, sus parterres llenos de flores que las visten y las aromatizan. Cada uno se ocupa de sus flores. Muchos de ellos, además, se ocupan de sus tierras que llenan de colorido los alrededores del pueblo. Hay senderos, niños que juegan a coger lisas, paredes de piedra seca, árboles a los que subirse y coger algún que otro fruto, vecinos que te conocen y te saludan o que no te conocen, pero que te saludan igual. Lugares con encanto, lugares a los que el progreso ha llegado algo más lento, como dejando respirar un poco a sus habitantes. Y que siga así por mucho tiempo.
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