Mi padre anda perdido. Lo veo sentado en el sillón, hablando, murmurando no se sabe qué cosas que le pasan por la mente. Esa mente suya que un día decidió ir por su cuenta y empezar a borrar el pasado. Te mira y te sonríe, y cuando te da la mano, la aprieta de manera imperceptible. Entonces entiendo que aún me reconoce.
Pero ya no es como era antes. En algunas cosas, es mejor así. Ya no le pesan las ideas, ya no tiene el mal humor que siempre traía, la cara se le ha relajado y ahora, aunque más viejo, me recuerda más a mi padre, el de cuando yo era un niño. Cuando aún mostraba toda su grandeza, y jugaba conmigo, me contaba cuentos o me cantaba una canción. Es casi lo mismo, sólo que ahora, sólo mira y me aprieta la mano.
Yo creo que eso que tiene en la cabeza, es como un descanso que se han tomado sus neuronas. Ya no querían seguir así, el mundo se les volvió oscuro. Tal vez mi padre no supo tomar el camino adecuado. Cuando uno es pequeño, cree que eso es imposible. Tú le das la mano y sabes que siempre encontrará el camino bueno. Luego te das cuenta de cómo él también se equivoca. Y creo que mi padre se equivocó de camino. En algún momento, por un descuido, o porque no supo elegir, tomó el camino que le llevó a un lugar oscuro y sin salida. Entonces fué cuando sus neuronas decidieron tomar otra senda. Y dejaron atrás a mi padre y sus recuerdos.
Tienes esto abandonado. Hace muchos días que no escribes.
ResponderEliminarHaznos el favor de ponerte las pilar y recuperar el ritmo.
Un abrazo.