martes, 14 de diciembre de 2010
sábado, 11 de diciembre de 2010
Deporte en estado puro
martes, 7 de diciembre de 2010
La laguna de Valleseco
lunes, 15 de noviembre de 2010
Denuncia de genocidio en el Aaiún
lunes, 11 de octubre de 2010
Hiedra
sábado, 2 de octubre de 2010
Lántrida.
En Lántrida los niños no tienen nombre. Al nacer son sólo el hijo de alguien y cuando empiezan a andar, se les llama como a su madre si es niña, o como a su padre si es niño, pero en diminutivo. Juanita, la hija de Juana o Pedrito el hijo de Pedro. A veces ocurre que hay dos Manolitos o dos Inesitas al mismo tiempo, pero no es un problema. Los equívocos se arreglan y no pocas veces, son motivo de risas y bromas, más que de enredos o desavenencias. Lo cierto, es que nadie se bautiza de pequeño. Ni de grande tampoco, todo hay que decirlo.
sábado, 25 de septiembre de 2010
Reflejos
lunes, 20 de septiembre de 2010
Tengo la intención de ser aire
sábado, 18 de septiembre de 2010
martes, 7 de septiembre de 2010
Los pantalones de mi padre
sábado, 28 de agosto de 2010
¿Cómo escapan los otros de las bombas?
sábado, 21 de agosto de 2010
Albañiles
sábado, 14 de agosto de 2010
viernes, 13 de agosto de 2010
Cuando vuelva con los dinosaurios...
Llegará el momento de volver con los dinosaurios, como Fontanarrosa, que aún acaba esperando y no se han ido. Y es que no más aquí quedamos, como quedaron ellos, atestiguando la vida, la porción de vida que les tocó vivir.
¿Qué hubo antes?. Nunca ha existido el antes, porque las palabras no llegaron sino para confundir, para delimitar, constreñir. Somos un contrasentido. Manifestamos la conciencia de la materia. Somos biología soñante, cuerpos hechos del mismo material que los sueños (Esto ya lo dijo Shakespeare antes). Lo que ocurre lo guardamos y se nos transforma en la memoria. Ya no existe. Nos vamos, nos iremos como se han ido millones. Como se van todos los seres que habitan este mundo.
Tú pretendes un cielo hecho de palabras. Es el engaño de nuestra mente. La rebeldía inmaterial de lo que no llega más que con el ímpetu de la fuerza vital y se muere, se agota, se derrumba al final. Quisiera creer en el reencuentro. Sobre todo por pensar que siempre podré tener la caricia de mis hijos. Pero presiento que el adiós final será definitivo.
jueves, 12 de agosto de 2010
Los labios de la isla
El mar ha abierto un hueco en el acantilado, cerca de la playa, como si de un vientre abierto al océano se tratase. Es un espacio al que se puede acceder solamente cuando la marea esta baja. Justo cuando la atracción de la luna es menor sobre este lado de la Tierra. Día tras día, durante años, durante siglos, durante milenios, millones de años, el mar ha ido azotando el lugar; lamiéndolo a veces con delicadeza, mordiendo con furia otras veces. Ha ido a buscar el lugar exacto donde cincelar el hueco a la isla, horadando incansable, extrayendo los finos granos de la roca, ahora convertida en arena. Ha dibujado un perfil de dos labios retorcidos, dos inmensos labios verticales, ahuecando la matriz donde penetrar repetidamente, interminablemente, al ritmo implacable de las olas. El océano y la isla, el mar y la roca.