domingo, 4 de enero de 2009

El besapiés

La liturgia es un lugar común que recorre espacios donde los participantes se reconocen. Es un espacio estudiado, medido, controlado y, sobre todo, repetido. Porque a fuerza de repetirse es como se llega a consolidar, a tomar el carácter de inmutable y, por lo tanto, sagrado. En este espacio, tienen mucha importancia las imágenes, las representaciones del credo, la materialización del ideal común. Porque nosotros, como seres materiales que somos, necesitamos tocar, necesitamos ver, necesitamos escuchar para apoyar y encauzar nuestros sentimientos. Sentirnos parte de una liturgia, participar en ella, tomar un cierto protagonismo, es la manera de involucrarnos y de reconocernos como miembros del grupo. Aunque sea en secuencias bien definidas y estudiadas por la jerarquía, como meros figurantes de una obra pensada y diseñada por otros. Es curioso como la participación, en las liturgias religiosas, se reduce hasta convertirse en una mera representación.
Estas Navidades se repite una de esas liturgias, el besapiés. Los fieles hacen cola para besar el pie de una figura del niño Jesús, sostenida en brazos por el sacerdote, que limpia cuidadosamente el lugar donde cada uno implanta el ósculo, no sabemos si por evitar contagios o por eliminar de la sagrada figura, cualquier atisbo de impureza terrenal... o por ambas cosas. Sentir que el beso dado a la figurita, es un beso real al Jesús muerto ahora hace 2.000 años, al Jesús resucitado y, por ende, al mismo Dios, es el trasfondo de esta representación. Es el juego de los mayores, la manera que tenemos de mantener nuestra imaginación activa, la transfiguración que conseguimos en un momento de sentir una realidad distinta, a través de un suceso pactado, repetido, representado. Transformamos una imagen de madera, en su representación, hacemos que ese niño, sea en realidad el Dios en quien acomodamos nuestras esperanzas y nuestra religiosidad, le damos vida, le damos alma, le damos la divinidad que muchas veces nos negamos a nosotros mismos. Y al mundo que nos rodea.

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