domingo, 4 de enero de 2009

De nuevo, el dios Sol.

Hablando de lo terreno y de lo divino, esta tarde me he encontrado con esta estampa. Una cascada de luz rebosando las cumbres de mi isla. La tierra surgiendo entre una cortina de luz y de nubes. La roca, testigo fiel del fuego generador de vida y de espacios, aguantando el ímpetu arrollador del tiempo. La majestuosa aparición, en unos pocos segundos, del rayo de luz que nos ofrece la vida. El momento en que se hace visible y marca el espacio recorrido, con líneas que dulcifican los contornos del horizonte... Es entonces cuando uno entiende la fascinación que tiene, para todas las criaturas de la Tierra, el Sol. Fué dios, para todos los pueblos de la Tierra. Tal vez el que realmente ha sido el Dios único y verdadero. En el que todos, alguna vez, nos hemos recogido. ¿Te acuerdas cómo nos representaban siempre al Dios católico en los libros de Religión?... Un triángulo, un ojo que emite rayos, un ojo que todo lo ve... EL Sol.
El lugar: Valsequillo, en Gran Canaria, una tarde del 4 de Enero de 2009. De nuevo, la madre Tierra y el dios Sol juegan a escribir en el aire, a dibujar velos dorados y teñir las nubes de mil colores.

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