Nayara sigue obsesionada con las nubes. En su mente de niña, trata de darles forma, de imaginarse su sabor y su tacto. Su último descubrimiento ha sido revelador: "La nieve, son trocitos de nube"
Y yo me imagino una nube grande, llegando desde el horizonte, cansada de volar, de ser arrastrada por los vientos hasta que logra asirse a un pedazo de tierra. Y allí se queda, ahora transformada en nieve.
Pero es sólo una nube que descansa. Una nube caída del cielo. ¿Y los esquiadores?, ¿sabrán que se deslizan a lomos de nubes caídas?. Habrá que contarles esto que ha descubierto Nayara. Puede ser importante para ellos. A lo mejor, comienzan a sentir que es posible esquiar por el cielo y, quien sabe, puede que hasta nos encontremos a alguno cruzando los océanos, montado en sus esquíes, subiendo y bajando montañas de nubes.
En mi tierra, la verdad, pocas son las veces en que las nubes deciden descansar en forma de nieve. Cuando lo hagan la próxima vez, iré corriendo a verlas, a tocarlas, a saborearlas, por haber tenido entre mis manos nubes de verdad.
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